jueves, 27 de agosto de 2009

ven verano

VERANO


Velado por fulíginos elásticos de llamas,
con galas y atavíos y aromas turbadores,
de ignotos lares llega con áureas oriflamas,
el príncipe verano, custodiado de amores.

¡Salud, príncipe indigno, laureolado de flores,
guirnaldas y diademas os brindarán las damas,
proyectan tus pupilas fúlgidos resplandores
que a reina primavera revelan que la amas!

Al manto de celajes aéreos y movibles,
ninfáticos poemas le engalanan sus bordes,
cánticos eufónicos, bemoles indecibles,
églogas siderales, himnos indefinibles,
se mezclan en los mágicos,
quiméricos acordes,
de laúdes dorados, de reyes invisibles.

Pedro Palacios
Almafuerte

ven dolor

Alfonsina Storni

¡Ven, dolor!

¡Golpéame, dolor! Tu ala de cuervo
bate sobre mi frente y la azucena
de mi alma estremece, que más buena
me sentiré bajo tu golpe acerbo.


Derrámate en mi ser, ponte en mi verbo,
dilúyete en el cauce de mi vena
y arrástrame impasible a la condena
de atarme a tu cadalso como un siervo.


No tengas compasión. ¡Clava tu dardo!
De la sangre que brote yo haré un bardo
que cantará a tu dardo una elegía.


Mi alma será el cantor y tu aletazo
será el germen caído en el regazo
de la tierra en que brota mi poesía.

vaiven

Vaivén
Rafael Alberti

Por la tarde, ya al subir;
por la noche, ya al bajar;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.

¿ Es azul, tarde delante?
¿Es lila, noche detrás?
Yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.

Si el pájaro serio canta
que es azul su azulear;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.

Si el mirlo liliburlero,
que es lila su lilear;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.

Ya nieve azul a la ida,
nieve lila al retornar;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.


juez menos


A BUEN JUEZ, MEJOR TESTIGO
III
JOSÉ ZORRILLA


Pasó un día y otro día
un mes y otro mes pasó,
y un año pasado había,
mas de Flandes no volvía
Diego, que a Flandes partió.

Lloraba la bella Inés
oraba un mes y otro mes
su vuelta aguardando en vano,
del crucifijo a los pies
do puso el galán su mano.

Todas las tardes venia
después de traspuesto el sol,
y a Dios llorando pedía
la vuelta del español,
y el español no volvía.

Y siempre al anochecer,
sin dueña y sin escudero,
en un manto una mujer
el campo salía a ver
al alto del Miradero.

¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

La esperanza es de los cielos
precioso y funesto don,
pues los amantes desvelos
cambian la esperanza en celos
que abrasan el corazón.

Si es cierto lo que se espera
es un consuelo en verdad;
pero siendo una quimera,
en tan frágil realidad
quien espera desespera.

Así Inés desesperaba
sin acabar de esperar,
y su tez se marchitaba,
y su llanto se secaba
para volver a brotar.

En vano a su confesor
pidió remedio o consejo
para aliviar su dolor,
que mal se cura el amor
con las palabras de un viejo.

En vano a Iván acudía,
llorosa y desconsolada;
el padre no respondía,
que la lengua le tenía
su propia deshonra atada.

Y ambos maldicen su estrella,
callando el padre severo
y suspirando la bella,
porque nació mujer ella
y el viejo nació altanero.

Dos años al fin pasaron
en esperar y gemir,
y las guerras acabaron,
y los de Flandes tornaron
a sus tierras a vivir.

Pasó un día y otro día,
un mes y otro mes pasó,
y el tercer año corría:
Diego a Flandes se partió,
mas de Flandes no volvía.

Era una tarde serena,
doraba el sol de Occidente
del Tajo la Vega amena,
y apoyada en una almena
miraba Inés la corriente.

Iban las tranquilas olas
las riberas azotando
bajo las murallas solas,
musgo, espigas y amapolas
ligeramente doblando.
Algún olmo que escondido
creció entre la hierba blanda
sobre las aguas tendido
se reflejaba perdido
en su cristalina banda.

Y algún ruiseñor colgado
entre su fresca espesura
daba al aire embalsamado
su cántico regalado
desde la enramada oscura.

Y algun pez con cien colores,
tornasolada la escama,
saltaba a besar las flores,
que exhalan gratos olores
a las puntas de una rama.

Y allá, en el trémulo fondo,
el torreón se dibuja
como el contorno redondo
del hueco sombrío y hondo
que habita nocturna bruja.

Así la niña lloraba
el rigor de su fortuna,
y así la tarde pasaba
y al horizonte trepaba
la consoladora luna.

A lo lejos, por el llano,
en confuso remolino,
vio de hombres tropel lejano
que en pardo polvo liviano
dejan envuelto el camino.

Bajó Inés del torreón,
y llegando recelosa
a las puertas del Cambrón,
sintió latir zozobrosa
más inquieto el corazón.

Tan galán como altanero
dejó ver la escasa luz
por bajo el arco primero
un hidalgo caballero
en un caballo andaluz.

Jubón negro acuchillado,
banda azul, lazo en la hombrera
y sin pluma al diestro lado,
el sombrero derribado
tocando con la gorguera.

Bombacho gris guarnecido,
bota de ante, espuela de oro,
hierro al cinto suspendido
y a una cadena prendido
agudo cuchillo moro.

Vienen tras este jinete
sobre potros jerezanos
de lanceros hasta siete,
y en adarga y coselete
diez peones castellanos.

Asióse a su estribo Inés,
gritando: «¡Diego, eres tú!»
Y él viéndola de través,
dijo: «¡Voto a Belcebú,
que no me acuerdo quién es! »

Dio la triste un alarido
tal respuesta al escuchar,
y a poco perdió el sentido,
sin que más voz ni gemido
volviera en tierra a exhalar.

Frunciendo ambas a dos cejas
encomendóla a su gente,
diciendo: «Malditas viejas,
que a las mozas malamente
enloquecen con consejas! »

Y aplicando el capitán
a su potro las espuelas,
el rostro a Toledo dan,
y a trote cruzando van
las oscuras callejuelas.

barcelona

A Barcelona
Oda
Jacint Verdaguer

Barcelona, archivo de la cortesía
albergue de los estranjeros, hospital
de los pobres, patria de los valientes,
venganza de los ofendidos,
y correspondencia grata de firmes
amistades y en sitio y en belleza única.
Cervantes


Quan a la falda et miro de Montjuïc seguda,
m’apar veure’t als braços d’Alcides gegantí,
que per guardar sa filla del seu costat nascuda
en serra transformant-se s’hagués quedat aquí.


I al veure que traus sempre rocam de ses entranyes
per tos casals, que creixen com arbres amb saó,
apar que diga a l’ona i al cel i a les muntanyes:
—Mirau-la; os de mos ossos, s’és feta gran com jo!—


Perquè tes naus, que tornen amb ales d’oreneta,
vers Cap-del-Riu, en l’ombra no es vagen a estellar,
ell alça tots los vespres un far amb sa mà dreta
i per guiar-les entra de peus dintre la mar.


La mar dorm a tes plantes besant-les com vassalla
que escolta de tos llavis lo codi de ses lleis,
i si li dius Arrera! fa lloc a ta muralla
com si Marquets i Llances encara en fossen reis.


Al nàixer amazona, de mur te coronares,
mes prompte ta creixença rompé l’estret cordó;
tres voltes te’n cenyires, tres voltes lo trencares,
per sobre el clos de pedra saltant com un lleó.


¿Per què lligar-te els braços amb eix cinyell de torres?
no escau a una matrona la faixa dels infants;
més val que l’enderroques d’un colp de mà i esborres;
¿muralles vols ciclòpees? Déu te les da més grans.


Déu te les da d’un rengle de cimes que et coronen,
gegants de la marina dels de muntanya al peu,
que ferms de l’un a l’altre les aspres mans se donen,
formant a tes espatlles un altre Pirineu.


Amb Montalegre encaixa Noupins; amb Finestrelles,
Olorda; amb Collserola, Carmel i Guinardons;
los llits dels rius que seguen eix mur són les portelles;
Garraf, Sant Pere Martri i Montgat, los torreons.



L’alt Tibidabo, roure que sos plançons domina,
és la superba acròpolis que vetlla la Ciutat;
l’agut Montcada, un ferro de llança gegantina
que una nissaga d’hèroes clavada allí ha deixat.


Ells sien, ells, los termes eterns de tos eixamples;
dels rònecs murs a trossos fes-ne present al mar,
a on d’un port sens mida seran los braços amples
que el puguen amb sos boscos de naus empresonar.


Com tu devoren marges i camps, i es tornen pobles
los masos que et rodegen, ciutats los pagesius,
com nines vers sa mare corrent a passos dobles;
¿a qui duran llurs aigües sinó a la mar, los rius?


I creixes i t’escampes: quan la planícia et manca,
t’enfiles a les costes doblant-te a llur jaient;
en totes les que et volten un barri teu s’embranca,
que, onada sobre onada, tu amunt vas empenyent.


Geganta que tos braços avui cap a les serres estens,
quan hi arribes demà, doncs, ¿què faràs?
faràs com heura immensa que, ja abrigant les terres,
puja a cenyir un arbre del bosc amb cada braç.


¿Veus a ponent estendre’s un prat com d’esmeralda?
un altre Nil lo forma de ses arenes d’or,
a on, si t’estreteja de Montjuïc la falda,
podrien eixamplar-se tes tendes i ton cor.


Aquelles verdes ribes florides que el sol daura,
Sant Just Desvern que ombregen los tarongers i pins,
de Valldoreix los boscos, de Hebron i de Valldaura,
teixeixen ta futura corona de jardins.


¿I aqueix esbart de pobles que riuen en la costa?
són nimfes catalanes que et vénen a abraçar,
gavines blanquinoses que el vent del segle acosta
perquè amb tes ales d’àliga les portes a volar.


La Murta, un jorn, la Verge del Port, la Bonanova
seran tos temples, si ara lo niu de tos amors;
los Agudells, en blanca mudant sa verda roba,
abaixaran ses testes per ser tos miradors.


Junyits besar voldrien tos peus amb ses onades,
esclaus de ta grandesa, Besòs i Llobregat,
i ser de tos reductes troneres avançades
los pits de Catalunya, Montseny i Montserrat.


Llavors, llavors al témer que el vols per capçalera,
girant los ulls als Alpes lo Pirineu veí
demanarà, eixugant-se la blanca cabellera,
si la París del Sena s’és trasplantada aquí.


—No, —respondrà ma pàtria, —de mi i la mar és filla;
d’un bes de ses onades, com Venus, m’ha nascut;
per ço totes les aigües digueren-li pubilla,
per ço totes les terres pagaren-li tribut.


Per ço da ducs a Atenes i Comtes a Provença,
i per bandera a Espanya da un tros del seu penó:
per ço ni un peix se veia dintre la mar immensa
sens dur al dors gravades les Barres d’Aragó.


Per ço fou sempre l’astre d’Orient per les Espanyes:
amb una mà hi posava de Gutenberg lo flam,
carrils-de-ferro amb l’altra; i, un fill de ses entranyes1
fou qui primer va pendre per missatger lo llamp.—


Sos peus dintre l’escuma, son front en ple migdia,
mirau-la allà jaienta si n’és d’hermosa i gran;
apar, oh Catalunya, ton geni que somia
les glòries que passaren, les glòries que vindran.


Mirau-la: santa Eulària l’abriga amb sa bandera,
sant Jordi la defensa de l’infernal dragó,
i guia, quan rescata catius, sa nau velera,
apareixent pels aires l’Estel de Cervelló2.


La volten de sos hèroes les bèl·liques imatges,
los Ataülfos, Jofres, Borrells i Berenguers,
Ramon lo de l’espasa, Ramon lo dels Usatges
i arrossegant sa túnica de dol los Fivallers.


Per Barcelona Balmes deixà del Ter les ribes
com àliga novella quan aixecava el vol:
en ella trau del marbre Campeny imatges vives,
i pasta en sa paleta Fortuny la llum del sol.


D’ací Roger de Llúria sortia, al vent de glòria
movent ses naus les ales com un esbart d’aucells;
jamai, jamai lluitaren sense cantar victòria;
sovint dugueren presos rosaris de vaixells.

Aquí Don Joan d’Àustria les àncores aferra,
duent-li de Lepanto llorers; allí Colon,
tornant d’aquell viatge que duplicà la terra,
als peus dels Reis Catòlics féu rodolar un món.


De Bellesguard li resten perfums; de les despulles
del rusc de Valldonzella, perfums i dolça mel.
Entre tallers i fàbriques té campanars i agulles,
com dits que entre boirades de fum signen lo cel.


Com dos soldats que hi resten d’una legió romana,
té dues torres, guaites del seu mural antic;
i, gos de presa vora son amo, la Drassana
que per lladrar s’aixeca quan trona Montjuïc.


Pla amunt se veu Pedralbes, on s’ou la canticela
dels àngels de la terra pel cel aletejant;
i de Marbella vora l’espill, la Ciutadela,
per fer de jardinera ses armes trossejant.


Té a un cap Sant Pau, a l’altre Sant Pere de les Puelles,
Santa Maria, estrella del mar, i la del Pi;
i entre eixes flors li naixen de l’art gentils poncelles:
jamai tanta florida s’és vista en son jardí!


Mes ai! Com entre els arbres del bosc la fulla d’heura,
lo cor s’aferra als temples i monuments més vells,
i, en hores de misteri, d’amats records s’hi abeura,
sentint-los com conversen i conversant amb ells.


De Sant Miquel, oh temple, que els Àngels construïren,
anys ha que jaus en terra dels homes oblidat,
i encara apar que et cerquen i de dolor sospiren
los gòtics sants de pedra de Casa la Ciutat!


Ja que han perdut per sempre tan dolça companyia,
vegessen cara a cara Sant Just i Sant Pastor;
Santa Àgata en sa hermosa capella somriuria;
en cel i en terra els àngels se tenen tant amor!


Sant Jordi de l’Audiència vol veure Santa Clara;
l’antic Palau dels Comtes enyora el del Consell.
Oh! aterra eixa cortina de cases que separa
l’estàtua de Don Jaume del seu reial Tinell.


Enmig d’aqueixa plaça, que no tindrà segona,
les tres Columnes d’Hèrcules quan mire el viatger,
creurà veure les Gràcies per fer-te de corona,
de braços enllaçades, dansant en ton verger.


Aplica a tos nous barris aqueix immens escaire,
que al restaurar-te Amílcar-Barcino te deixà;
per eix gran pòrtic deixa passar la llum i l’aire;
la Creu res ha de témer d’un trípode pagà.

La Creu que allí Sant Jaume plantava ha vint centúries,
domina com un cedre los arbres del país;
té nius i fruits de vida, murmuris i cantúries,
més pur tornant al Tàber son Hort del Paradís3.


Amb son mantell de pedra nuat amb gòtics llaços
l’abriga, alçant als núvols sos campanars la Seu,
i com si fos Don Jaume que aixeca al cel los braços,
apar que se n’esbombe sa tronadora veu:

—Avant, ciutat dels Comtes, de riu a riu ja estesa,
avant, fins on empenga ta nau l’Omnipotent:
t’han presa la corona, la mar no te l’han presa;
del mar ets reina encara, ton ceptre és lo trident.


La mar, un dia esclava del teu poder, te crida,
com dos portells obrint-te Suez i Panamà:
quiscun amb tota una Índia rienta te convida,
amb l’Àsia, les Amèriques, la terra i l’Oceà.


La mar no te l’han presa, ni el pla, ni la muntanya
que s’alça a tes espatlles per fer-te de mantell,
ni eix cel que fóra un dia ma tenda de campanya,
ni eix sol que fóra un dia faró del meu vaixell;


ni el geni, aqueixa estrella que et guia, ni eixes ales,
la indústria i l’art, penyores d’un bell esdevenir,
ni aqueixa dolça flaire de caritat que exhales,
ni aqueixa fe... i un poble que creu no pot morir.


Ton cel té encara totes ses flors diamantines;
la pàtria té sos hèroes, ses lires los amors:
Clemència Isaura encara de roses i englantines
fa cada primavera present als Trobadors.

Lo teu present esplèndid és de nous temps aurora;
tot somiant fulleja lo llibre del passat;
treballa, pensa, lluita, mes creu, espera i ora.
Qui enfonsa o alça els pobles és Déu, que els ha creat.—

avaricia

JUAN ARGUIJO

a avaricia

Castiga el Cielo a Tántalo inhumano,
que en impía mesa su rigor provoca,
medir queriendo en competencia loca
saber divino con engaño humano.
Agua en las aguas busca, y con la mano
el árbol fugitivo casi toca;
huye el copioso Erídano a su boca,
y en vez de fruta toca el aire vano.
Tú, que espantado de su pena admiras
que el cercano manjar en largo ayuno
al gusto falte y a la vista sobre,
¿cómo de muchos Tántalos no miras
ejemplo igual? Y si codicias uno,
mira el avaro, en sus riquezas, pobre.

Apolo a Dafne

«Victorioso laurel, Dafnes esquiva,
en cuyas verdes hojas la memoria
de tu rigor y de mi triste historia
quiere el amor que eternamente viva.
La antigua palma y abundante oliva
a ti de hoy más inclinarán su gloria;
tú ceñirás en premio de vitoria
del fuerte vencedor la frente altiva.»
Dijo el burlado Cintio, y a la dura
corteza asido, la contempla, y luego
repite: «¡Dafne fiera! ¡Mármol frío!
Del rayo ardiente vivirás segura;
que no es bien que consienta ajeno fuego
quien pudo resistir al fuego mío».

poemitra

A ADRIANA

Mientras que acaso piensa tu tristeza
en la patria distante y sientes frío
al mirar donde estás, y el desvarío
de la fiebre conmueve tu cabeza,

yo soñando en tu amor y en tu belleza,
amor jamás por mi desgracia mío
de la profundidad de mi alma, envío
a la pena un saludo de terneza.

Si cuando va mi pensamiento errante
a buscarte en parejas de otro mundo
con la nostalgia se encontrara a solas

sobre las aguas de la mar gigante
entre el cielo purísimo y profundo
y el vaivén infinito de las olas.

Abril 1883

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA

miércoles, 19 de agosto de 2009

amor en silencio

He llegado a este mundo imaginando tu ser, ideando tu figura, pero mi mente no ha de formar una descripción tan maravillosa.

Porque no me he de conformar con tan solo esta descripción inconclusa?

Si para mi esta pequeña ideología tuya provoca en mi los sentimientos más profundos.

¡No!

Pero mi corazón no se resigna al hecho de no poder llegar a tenerte en mis brazos, rozar tus labios de miel, sentir tu sutil aroma, el solo anhelo de llegar a reflejar tus ojos en los míos hace que mi corazón se sumerja en un éxtasis infinito.

¿Dónde te puedo encontrar? ¡es lo que no se!, tan solo eres una ilusión inconclusa, un sueño, que me hace feliz pero al la vez me atormenta.

en mis sueños

Tuve un sueño, en donde estábamos juntos.

Donde solo existíamos tú y yo, donde me era difícil respirar. Donde nuestra historia no iba a terminar.

Tu mirada penetrante, como el sol en mi piel y transparente como solo el agua podía ser.

Quería explicarte todo lo que sentía por ti, pero el solo hecho de tenerte allí, te sentí tan mío, tan parte de mi.

Que las palabras sobrarían, para explicar mi sentir. Tus manos acariciaban mi pelo, tu boca besaba mi cuello. Pero solo al besar tus labios, el tiempo se detuvo allí.

Fue tan real todo lo que sentí, que ahora solo espero volver a dormir; para que te hagas presente, para que vuelvas a mí.

no es facil

Amarte no es fácil, yo se mucho de eso
sí cuando yo intento robarte algún beso
tú tierna mirada traviesa y risueña
en negarme el beso, se afana y se empeña

Yo quiero a ti amarte con plena conciencia
sin falsas virtudes, sin falsa decencia
amarte dormido y amarte despierto
amarte en mis sueños y amarte en lo cierto

Amarte sintiendo la noche callada
entonces decirte “niña bien amada”
que amarte casi se me ha vuelto un vicio
que a veces yo siento que he perdido el juicio.

Amando tu cuerpo de piel nacarada
que me hace perderme como encrucijada
hasta yacer prestos en el paroxismo
y sentir entonces que no soy el mismo

Así quiero amarte, mujer de ternura
mujer de inocencia, mujer de locura
pero que difícil es robarte un bes

amarte

Amarte a ti es lo más hermoso
que me pudo suceder
tenerte a mi lado es algo que no puedo entender
solía pensar que la vida no me iba a dar mas
pero no fue así pues aquí estas.

Amarte a ti es transformar mi mundo
porque cada día que pasa
todo se vuelve absurdo
eres mi razón de vivir y mi sentir
al tenerte a mi lado mi mundo esta iluminado
por eso te pido, jamás te alejes de mi lado.

Amarte a ti es calor
cuando me abrazas y me das tu amor.

Amarte a ti es tenerlo todo
porque si no te amara no tendría nada.

abrir mi corazon

Un día amanecio,
con mucha tristeza
en mí interior.
Ese era el día a día,
de mí triste corazón.
Pero con firmeza esperé,
y al fin encontré…:
lo que andaba buscando,
lo que iba añorando…
…era tenerte a ti.
Porque antaño,
tristemente latía mí corazón,
ahora contigo late de emoción.
Juntos debemos estar,
para poder reanudar,
esa felicidad,
que se nos prohibio,
porque juntos,
abrimos nuestro corazón.

diana

Ante el transcurso de tanta vida,
llega otro de los días iluminados,
donde llega la luz hacia el interior,
aquel interior que se encuentra bañado
por aquellas palabras que definen la vida:

El Destino que se anula,
donde el tiempo muere,
la mente no lo siente,
se siente vaga, muerta y espera
por quien le abre su Destino.

El Infinito donde viaja la mente
y se realiza con los sueños,
un nuevo significado para ellos,
una búsqueda absoluta de belleza,
que por fin culmina en tu rostro.

El Ayer que define toda una vida,
de repente tu existencia
la razón de una separación,
una vida que es el Ayer que muere
y un futuro que renace a morir por ti.

La Nostalgia de perder la alegría,
de dejarla ir a una corte
y sin culpa alguna ser juzgada,
hoy a prisión condenada,
prisionera de tu sonrisa.

Un Amanecer que lleva a cerrar los ojos,
tu recuerdo el alma vuelve a despertar,
el alma se une con la mente,
el ser nuevamente llega a su confiar
y a tu lado toda su energía podrá expresar.

Son aquellas las palabras,
aquellas que definen la vida,
Destino, Infinito, Ayer,
Nostalgia y Amanecer.
Al fin una sola palabra… DIANA

esa mirada

Esa mirada tuya,
tan profunda y tierna
que lo dice todo
en medio del silencio.

Esa mirada tuya,
que eleva mi alma
e inunda mi ser
sin tocar aún mi piel.

Esa mirada tuya
tan indescriptible
que llena de amor
a este libre corazón.

Esa mirada tuya,
tan profunda y tierna
que me lleva a entender
que aún estoy viva y siento.

Esa mirada tuya...

sábado, 15 de agosto de 2009

aMO, AMAS

Primaveral
Mes de rosas. Van mis rimas
en ronda, a la vasta selva,
a recoger miel y aromas
en las flores entreabiertas.
Amada, ven. El gran bosque
es nuestro templo; allí ondea
y flota un santo perfume
de amor. El pájaro vuela
de un árbol a otro y saluda
tu frente rosada y bella
como a un alba; y las encinas
robustas, altas, soberbias,
cuando tú pasas agitan
de los himnos de esa lengua
sus hojas verdes y trémulas,
y enarcan sus ramas como
para que pase una reina.
¡Oh, amada míaI Es el dulce
tiempo de la primavera.
Mira en tus ojos los míos;
da al viento la cabellera,
y que bañe el sol ese aro
de luz salvaje y espléndida.
Dame que aprieten mis manos
las tuyas de rosa y seda,
y ría, y muestren tus labios
su púrpura húmeda y fresca.
Yo voy a decirte rimas,
tú vas a escuchar risueña;
si acaso algún ruiseñor
viniese a posarse cerca
y a contar alguna historia
de ninfas, rosas y estrellas,
tú no oirás notas ni trinos,
sino, enamorada y regia,
escucharás mis canciones
fija en mis labios que tiemblan.
¡Oh, ama mía! Es el dulce
tiempo de la primavera.
Allá hay una clara fuente
que brota de una caverna,
donde se bañan desnudas
las blancas ninfas que juegan.
Ríen al son de la espuma,
hienden la linfa serena;
entre polvo cristalino
esponjan sus cabelleras;
y saben himnos de amores
en hermosa lengua griega,
que en glorioso tiempo antiguo
Pan inventó en las florestas.
Amada, pondré en mis rimas
la palabra más soberbia
de la frase de los versos
de los himnos de la lengua;
y te diré esa palabra
empapada en miel hiblea...
¡Oh, amada mía! Es el dulce
tiempo de la primavera.
Van en sus grupos vibrantes
revolando las abejas
como un áureo torbellino
que la blanca luz alegra;
y sobre el agua sonora
pasan radiantes, ligeras,
con sus alas cristalinas
las irisadas libélulas.
Oye: canta la cigarra
porque ama al sol, que en la selva
su polvo de oro tamiza,
entre las hojas espesas.
Su aliento nos da en un soplo
fecundo la madre tierra,
con el alma de los cálices
y el aroma de las yerbas.
¿Ves aquel nido? Hay un ave.
Son dos: el macho y la hembra.
Ella tiene el buche blanco,
él tiene las plumas negras.
En la garganta el gorjeo,
las alas blancas y trémulas;
y los picos que se chocan
como labios que se besan.
El nido es cántico. El ave
incuba el trino, ¡oh, poetas!,
de la lira universal
el ave pulsa una cuerda.
Bendito el calor sagrado
que hizo reventar las yemas.
¡Oh, amada mía! Es el dulce
tiempo de la primavera.
Mi dulce musa Delicia
me trajo un ánfora griega
cincelada en alabastro,
de vino de Naxos llena;
y una hermosa copa de oro,
la base henchida de perlas,
para que bebiese el vino
que es propicio a los poetas.
En el ánfora está Diana,
real, orgullosa, esbelta,
con su desnudez divina
y en actitud cinegética.
Y en la copa luminosa
está Venus Citerea
tendida cerca de Adonis
que sus caricias desdeña.
No quiere el vino de Naxos
ni el ánfora de asas bellas,
ni la copa donde Cipria
al gallardo Adonis ruega.
Quiero beber del amor
sólo en tu boca bermeja.
¡Oh, amada míaI Es el dulce
tiempo de la primavera.

AMO AMAS

Amo, amas

Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo;
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.

Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

Los motivos

Los motivos del lobo
El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
¡el lobo de Gubbia, el terrible lobo!
Rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel, ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertos y daños.

Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.

Francisco salió:
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: «¡Paz, hermano
lobo!» El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: «!Está bien, hermano Francisco!»
«¡Cómo!» exclamó el santo. «¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?»

Y el gran lobo, humilde: «¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y en veces... comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
¡Y no era por hambre, que iban a cazar!»

jueves, 23 de julio de 2009

tu secreto

¿Mi secreto? ¡Es tan triste! Estoy perdido
de amores por un ser desaparecido,
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido...
¿Mi secreto? Te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!

¿Comprendes -tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles-
ese imposible de los imposibles
de adorar a un fantasma?

¡Pues tal mi vida es y tal ha sido
y será!
Si por mí sólo ha latido
su noble corazón, hoy mudo y yerto,
¿he de mostrarme desagradecido
y olvidarla, no más porque ha partido
y dejarla, no más porque se ha muerto?

tu risa

Quítame el pan si quieres
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de planta que te nace.

Mi lucha es dura y vuelo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríe de la noche
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete del torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.

el primer beso

Yo ya me despedía.... y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.

Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí... Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»

el amor

Me basta así (fragmento)

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirse y repetirse,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada


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